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Valbona Syrah Rosé 2004 y Valbona
Syrah 2003
Este mes nuestra bodega lanza al mercado dos nuevos vinos: Valbona
Syrah Rosé 2004 y Valbona Syrah 2003.
El nuevo Valbona Syrah 2003 formará parte de la línea
Valbona varietales, que no tienen crianza en roble, sumándose
a los 5 varietales ya existentes: cabernet sauvignon, malbec, bonarda,
chardonnay y torrontés sanjuanino. El clima sanjuanino,
de buena amplitúd térmica y de grandes periodos de
insolación permite a esta variedad lograr una excelente
expresión en la región.
En la línea Valbona Reserva se incorpora el Valbona Syrah
Rosé 2004, de gran atracción a la vista por sus tonalidades
rojizas. Su maceración con hollejos durante tres días
ha permitido obtener un vino de buena estructura y taninos suaves.
De buen balance y gran frescura se percibe intenso y con delicados
sabores frutales.
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Valbona Syrah Rosé 2004
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Valbona Syrah 2003
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El enigmático origen del Syrah.
Cada
cepaje tiene una historia detrás suyo. Muchas veces esa
historia pesa tanto, como la propia capacidad de la uva para producir
buenos vinos. La asociación de ideas entre una variedad
y un puñado de vinos famosos, un terruño destacado
o un acontecimiento importante, ha sido en numerosas ocasiones
el pilar fundamental para la construcción de una mística
perdurable. Y el Syrah es, probablemente, el caso más evidente
de esto. Ningún otro cepaje arrastra consigo tanta leyenda,
tanto el misterio de sus orígenes, tanto exotismo con ribetes
orientales.
Existen narraciones históricas que indican que Cleopatra
bebía Syrah miestras tomaba sus baños de leche de
cabras en Egipto. Otra de estas historias dice que durante las
cruzadas pro cristianismo, los guerreros llevaron estacas de la
cepa en sus alforjas por toda Europa y Medio Oriente.
En segundo lugar queda una referencia bastante anterior en términos
cronológicos, según la cual dicho traslado formo
parte de la campaña del emperador romano. Así el
Syrah habría ingresado al continente Europeo a través
del puerto siciliano de Siracusa, cultivado allí, y luego
llevado al sur de Francia. De acuerdo a esta versión, el
nombre del cepaje estaría ligado a Siracusa. Pero la versión
más aceptada situa el origen del Syrah en el medio oriente,
mas precisamente en la región de Shiraz, en Persia, desde
donde, bajo circunstancias muy poco claras y mucho menos documentadas,
habría sido llevado a Europa por los caballeros cruzados.
Sin embargo estudios recientes parecen echar por tierra esas versiones,
y demostrarían que el Syrah es una uva de origen netamente
europeo, mas precisamente del mismo lugar de Francia donde hoy
se cultiva, donde se originó a partir de una cruza natural
de las desconocidas variedades Mondeuse Blanche de la Saboya y
Dureza de Ardèche.
Si esto fuera cierto, él más noble cepaje tinto del
sur francés tendría su génesis en el antiguo
pueblo galo de Alóbroges, y pertenecería a una familia
de vides locales llamadas vitis alóbroges, de características únicas
y bien diferentes a las viníferas. En este caso el origen
del nombre Syrah estaría asociado a la raíz "Ser",
pasando por diversas deformaciones tales como Syrah, Sira, Lasira,
Sirah, Sirac, Serené y Serine.
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Mensajes en una botella
Junto con el vino, la botella encierra
una curiosa mitología. De su capacidad,
por ejemplo, se dice que los 750 centímetros
cúbicos provienen de la capacidad pulmonar
del artesano que lo soplaba. Otra versión
habla de que un quinto de galón era
la cantidad ideal para un hombre, "cuando
los hombres eran hombres", agregaría,
probablemente, una abuelo.
La botella no sólo contiene, también comunica. Un rol
digno de apuntar, en un negocio como el vino, donde el marketing
hace muchas veces la diferencia ente el éxito y el fracaso.
Compuesta en 70% de arena, 29% de ceniza de sosa y 1% de refinadores,
una botella será operacionalmente buena si no presenta problemas
en la línea de llenado que impliquen riesgos para el consumidor,
Con la intención de diferenciar su producto de las otras regiones,
los vitivinicultores del viejo continente comenzaron a utilizar determinados
tipos para sus vinos. Así, en Burdeos zona de tintos, se difundió la
botella de hombros altos y rectos, de color verde hoy llamada bordelesa.
Otro tanto ocurrió con los blancos del Rhin, que se embotellaron
en otras aflautadas y de largos cuellos. Actualmente, los modelos
más difundidos son las ya mencionadas, para tintos y blancos,
y la borgoña, con hombros botados de color miel en que hoy
día se ven los Chardonnay. Sobre ese espectro básico,
de Burdeos, Bodelesa y Rhin, las variedades pueden ser infinitas,
tanto en combinaciones de cuellos como de color.
Aparte del tamaño 'standard' de 750 ml. las hay 'dobles',
'medias', etcétera, pero todas estas tienen nombres propios
por los que se las conoce. Y son:
Magnum:
1.5 litros = 2 botellas
Doble magnum: 3 litros = 4 botellas
Jéroboam: 4.5 litros = 6 botellas
Imperial 0Mathusalem: 6 litros = 8 botellas
Salmanazar: 9 litros = 12 botellas
Baltasar: 12 litros =16 botellas
Nabucodonosor: 15 litros = 20 botellas
Algunos tamaños mayores existen, aunque son extremadamente
raros, por ejemplo:
20
litros = 28 botellas -> Solomon
27 litros = 36 botellas -> Primat
Según cuentan, estos nombres se eligieron por lo pomposos
que son, por los productores de Champaña a finales del siglo
XIX, deseosos de asociar el 'glamour' a sus vinos.
Hablando de Champaña, las botellas de Champaña y otros
espumosos tienen unos requerimientos especiales, debido a la presión
que tienen que soportar: hasta seis atmósferas, con lo que
el grosor del cristal tiene que ser mayor. Los corchos también
tienen que ser más resistentes, y además están
sujetos por algún tipo de artilugio. Para eso sirve el gollete.
Originalmente, para sujetar el tapón, del tipo que fuera,
a la botella.
Extraido
de un artículo
de Luis Gutierrez.
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Vino como símbolo
en la religión judía y cristiana.
La primera referencia bíblica
al vino y la viticultura se encuentra en
la historia de Noé. Se presenta
a Noé como el inventor de la vitivinicultura,
que otros pueblos atribuyen a los dioses.
En el caso de la religión Bíblica, el vino es un
don de Dios y su abundancia es señal de bendición.
No sólo cultivó Israel la vid a gran escala y vivió en
tierra de viñedos. Para los escritores sagrados, el pueblo
mismo es la viña de Dios, imagen que se prolonga hasta el
Nuevo Testamento. El vino, como símbolo de la inmortalidad,
como fruto del "árbol de la vida" es uno de los
que más se repite en las culturas mediterráneas.
De la misma forma, el vino asociado a la sangre es un símbolo
compartido. Así, en la Grecia antigua el vino era sustituto
de la sangre de Dionisos (Baco). A sus iniciados se les prometía
una vida de ultratumba de fiestas y consumo de alcohol ininterrumpido,
y es que Dionisos era distinto a los dioses olímpicos; a él
llegan sus adoradores a través de la embriaguez y del éxtasis.
En el Antiguo Testamento, el vino aparece como sangre de uvas,
ligado a los elementos sacrificiales propios de la antigüedad.
Esta cercanía mística dirige al vino como símbolo
del conocimiento, ya que la embriaguez que provoca se presta a
ello. Su éxtasis representa ante todo la superación
de la condición humana, la obtención de una libertad
y espontaneidad inaccesibles a los sobrios.
El símbolo, como sangre de uvas, evoluciona con el Nuevo
Testamento hacia el vino como sangre de alianza: "Esta es
mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos".
El vino aparece también como alianza en las Bodas de Caná,
donde Jesucristo se mostró como Mesías y escogió el
vino como símbolo de la nueva era, de la Nueva Alianza.
Así, en la época del Nuevo Testamento el vino se
convierte, incluso dentro del judaísmo, en un símbolo
de la inmortalidad, de la vida futura y de reino mesiánico.
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Pintura
"El Bacanal" de Tiziano Vecellio:
Óleo sobre
lienzo (1,75 x 1,93 m), h.1523-1526
Museo del Prado, Madrid
En un rincón de de la isla de Ándros
(Grecia), con el mar al fondo, ubicó el
pintor italiano Tiziano su Bacanal, siguiendo
el relato del escritor helenista Filostrato
(siglo III d. C.). La pintura se nos ofrece
llena de vida y de agitación, propia
de los asistentes a una bacanal: vino, cantos,
bailes llenos de alegría constituyen
el ambiente. Los bacantes retozan felices
entre árboles, dentro de un bosque
que forma parte del paisaje. Enmarcado entre
tupidos árboles, al fondo, se ve un
barco velero, en el que navega Baco para
incorporarse a la fiesta.
La obra pertenece a la edad madura del artista.
La figura central es una joven vestida de
rojo y corresponde a Violante, de quien estuvo
enamorado el pintor en esa época.
Una figura femenina desnuda aparece sobre
el suelo, mostrando todo el esplendor de
su belleza y su torneado cuerpo. Otra joven
vestida de blanco muestra airosa una de sus
piernas, que sobresale de entre la falda
vaporosa. Un pequeño, dejado a su
suerte, camina con torpeza entre el divertido
grupo, que está más pendiente
de su goce que del pequeño. Mientras,
el vino corre de mano en mano. El color dominante
es el rojo como corresponde a las pasiones
encendidas de una bacanal.
Escribió José Ortega y Gasset sobre la obra:
"No creo que haya cuadro en el mundo tan optimista como éste[...]" Este
cuadro podría llamarse lo que es en verdad: el triunfo del momento."
Tiziano
Vecellio (Pieve di Cadore,
actual Italia, h. 1490
- Venecia, 1576).
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